lunes, 1 de agosto de 2011

Introducción;

Caminé más despacio de lo normal hasta llegar a casa, arrastrando los pies y levantando las hojas que quedaban en el suelo. Coloqué mis manos sobre la nuca, y me estiré. Aún era temprano.
Resoplé y el aire se condensó al salir de mi boca.


Bajé a la carretera, para cruzarla, sin mirar a los lados siquiera, a estas horas no había nadie. Doblé una calle, y me encerré en casa.
Cerré la puerta, y miré todo mientras seguía con el pomo en la mano. Me quité del hombro la mochila medio vacía que llevaba y la dejé en el suelo, al lado de una ventana.
Nadie se molestaría en recogerla, porque ya no había nadie.
Heché un último vistazo y me arrastré hasta el sillón, dejándome caer en el. 


Me pasé mirando a la nada un buen rato, antes de oir el teléfono de fondo.


Se cortó antes de que pudiese cogerlo. No me preocupé por ello, volverían a llamar si era importante.






Me levanté del sillón y miré por la ventana, estaba empezando a llover, luego heché un vistazo a la mochila, la cogí y me giré para subir las escaleras de la casa.


Abrí la puerta de mi habitación y suspiré. Estaba casi vacía; Cajas apiladas a un lado de la pared, un colchón en el suelo al lado de una pequeña ventana, mis fotografías, y una mesilla de noche en el otro extremo.
Solté la mochila al lado de la puerta, me quedé mirándola un buen rato hasta que me decidí a entrar. Caminé hacia el colchón, y cogí algunas de las fotografías que estaban tiradas en el. Una de ellas era de mis padres, otra del pequeño bosque que teníamos, otra de mi antigua habitación... Las dejé sobre la mesilla, y me acerqué a cojer algunas de las cajas; solo tenían algunos libros, y discos, así que las dejé donde estaban, y bajé otra vez hacia el salón.


Me quedé mirando el teléfono, hasta que las ventanas de la cocina empezaron a chocarse por el viento. Las cerré, y me quedé en esa parte de la casa, mirando por el ventanal.
Desde aquí se veía una parte del comienzo del bosque, y al lado, unas casas. Una de ellas era de Sirele, había hablado con ella hace poco tiempo, para comentarla que volvería hoy.


Las miré un rato, y luego me puse a colocar algunas de las cosas que había por ahí tiradas. Recogí algunas cajas, y las coloqué en su lugar, hice lo mismo con algunos libros del salón, y algunas cosas del baño.


 Ya no chispeaba, y la casa olía a humedad. Abrí las ventanas, y llamaron al teléfono de nuevo.
Esta vez pude cogerlo:


- Hola.
- ¿Chris? -preguntaron-
- Sí. ¿Quien ...?
- Soy Avel, ¿te sigues acordando de mí? -bromeó- -Era el hijo de Sirele-
- No, no me acuerdo de ti.
- Pues que pena. Oye, ¿Has vuelto? mi madre dice que ha visto vuestro coche aparcado enfrente...
- Sí, como verás estoy en casa -sonreí, aunque el no pudo verlo-
- ¿Tu sola?
- Sí, mis padres se han quedado en la ciudad.
- Oh, ¿Y qué tal te ha ido todo..?
- Digamos que me ha ido, simplemente.
- Valla... tengo que irme, luego me pasaré por allí, si quieres.
- Claro. Adiós.
-Adiós.


Colgué el teléfono.


Hacía tiempo que no hablaba con Avel. Ni con Caroline. antes pasábamos mucho tiempo juntos, pero desde que me mudé no supe nada más de ellos.


Miré a mi al rededor, ya empezaba a parecer más una casa.
Salí por la puerta, y me dirigí hacia el coche, me quedaban por coger algunas cosas, una de ellas era un album viejo, lleno de antiguas fotografías. Pero preferí dejarlo.
Al volver entré por el jardín trasero. Estaba descuidado, pero no pensaba volver a arreglarlo, después de todo, esto solo era temporal.


- Hola pequeña -la voz ya no era metálica-
Me giré y le ví. Estaba sonriendo y mirándome, como si no me reconociese. Había crecido, y se había dejado flequillo. Sonreí.
-Hola Avel.
- Valla, no has crecido mucho. -rió-
- Siento decepcionarte.
Me giré con los trastos, y seguí caminando.
- Eh, era una broma. Deja que te ayude. -Cogió un par de cajas-
- El luego me paso... no ha sido muy "luego". -observé-
Hechó una carcajada.
- Valla, siento decepcionarte.
-Tus imitaciones son malísimas, ¿lo sabes?
Frunció el ceño.
-Pues ya iré mejorando, no te preocupes.
Sonreí y me giré para mirarle.
-Siéntate si quieres.
Fuí hacia el sofá, con el detrás, y me senté.
El se quedó vacilando en la otra parte, y finalmente se sentó en el borde.
- La casa sigue igual -comentó-
- Bueno, ahora va pareciendo una casa.
Rió y me miró.
- ¿Porqué no han venido tus padres?
- No querían, les gusta más Nesott.
- ¿Y atí no?
- No esque no me guste más, esque no me gusta. -hice una mueca-
Se quedó mirando una mesa, y yo le miraba a el. Nos pasamos así un rato. Después de estar fuera tanto tiempo, parecía que no teníamos nada de lo que hablar.
- ¿Qué tal está Caroline? -pregunté, por curiosidad, y por hablar de algo-
Me miró con una expresión rara.
- No lo sé, hace mucho que no hablamos.
Le miré, y continuó;
- Meses después de que te fueras. -Hizo una pausa más- No sé, Chris, cada uno se fue por su lado.
Supo responder mi pregunta, antes de saber si quería hacerla.




Suspiré. Cuando estaba lejos, no echaba de menos esto.